En nuestra última entrada (nos vamos de vacaciones el mes de agosto) os ofrecemos la reseña de un libro muy especial. Se publicó en 1989 y cuenta los primeros momentos de la historia de Nicaragua a través de sus mitos fundacionales. Un güegüe me contó fue escrito por María López Vigil e ilustrado por Nivio López Vigil. (Wiwilí / ANLIJ 1989)
“Nicaragua es una nación multiétnica. Su historia y su cultura la han ido formando una multitud de pueblos. En este libro hemos reconstruido con algunos datos y con alguna imaginación una parte de los orígenes de nuestra nacionalidad. Queda aún mucho por contar. Lo haremos entre todos.”
Son palabras de la escritora María López Vigil. Nacida en La Habana (Cuba) en 1944 llegó a Nicaragua en 1981 donde escribió todos sus libros de literatura infantil. Una docena. Éste es el primero de ellos. “Soy sólo una cuentista, soy la niña que fui y que siempre va conmigo.”.
Pero... ¿Qué es un güegüe? La palabra se utiliza en México, por ejemplo, de manera coloquial para llamar a un amigo. En náhuatl (weweh) significa viejo, sabio y ésta es la acepción que tiene aquí. El texto es una narración en la que se cuentan los orígenes de la nación nicaragüense. La existencia del cuentacuentos es tan antigua como la propia existencia del ser humano que la crea, y está en los orígenes de cada cultura. No deberíamos confundir este término con el de güegüense. Éste también procede del náhuatl (wewentsé) y significa “venerable anciano”. En la literatura nicaragüense hace referencia a una obra de teatro una comedia-baile de la época colonial. Esta genial mezcla de teatro, música y danza que se representaba originalmente en las calles también se transformó en un libro de literatura infantil de la mano de su María y de su hermano Nivio. El texto original fue declarado por la UNESCO en 2005 como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.
Pero volvamos a nuestro Güegüe. El libro fue publicado en 1989 y obtuvo el Primer Premio del Concurso “Los niños queremos cuentos” realizado en Nicaragua en 1988, un concurso convocado por la recién fundada Asociación Nicaragüense de Literatura Infantil y Juvenil (ANLIJ) y el grupo cultural sueco “Wiwili”, los que junto a la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI) financiaron la edición del libro. Este grupo sueco trabajó desde 1982 hasta finales de los años 90 con el objetivo de mostrar la realidad de Centroamérica a los niños y a la juventud sueca, utilizando para esto diferentes expresiones culturales como la danza, la música o la literatura. Nada mejor para este objetivo que la historia de los orígenes de Nicaragua contada con ternura, comicidad y frescura, utilizando la lengua y las palabras nicaragüenses y unas ilustraciones maravillosas que lo hacen aún más especial.
“En el principio, al comienzo de todo, Nicaragua estaba vacía. Vacía de gente, pues. Había tierra y había lagos, lagunas y ríos. Y muchos ojos de agua. Pero no había ni mujeres ni hombres para mirarlos.”
Así comienza esta pequeña joya que hemos rescatado para compartirla con vosotros. Los comienzos no distan mucho de cualquier obra que narra el origen del mundo. Comparte visiones con el Popol Vuh maya, con la Biblia de la tradición judeocristiana, con el Kojiki japonés o con el Bhagavadgῑtā hindú. Todas las culturas necesitan buscar una explicación al origen del universo, de la tierra y para ello se inventan las mitologías, las cosmogonías y los dioses para tratar de explicar las dudas de los humanos.
“En el principio, al comienzo de todo, dicen que ya estaban los dioses. Los dioses vivían allá, por donde sale el sol. Nadie se asomó nunca por el rumbo de los dioses. El dios Tamagostat era varón y guardaba la luz del día. De sus manos venían todas las cosas buenas y también todas las cosas buenísimas. La diosa Cipaltonal era mujercita y guardaba la noche. O más que todo: guardaba el momento de la noche en que ya llega la luz y empieza a ser de día. Era la guardiana de la aurora. Cipaltonal era linda, tenía la cara pintada con los colores del amanecer.”
La primera pareja, el primer beso, el primer enamoramiento y una forma deliciosa de explicarle a los niños que aquel amanecer fue diferente a todos los anteriores porque de esa unión, de aquel beso entre el dios y la diosa nació el pueblo de Nicaragua. La historia habla también de migraciones que llegaron de Asia y atravesaron toda América hasta llegar a la Patagonia. Y habla de animales que las poblaciones prehistóricas cazaban: bisontes, elefantes lanudos llamados mamuts, tigres con dientes de sable, caballos, venados… “Todos eran animales buenos para hacer carne asada”.
Y aquellos primeros nicaragüenses cazando, recolectando, se fueron instalando en las montañas, cerca de los lagos, pero donde más gente se quedó fue en el lado del Pacífico.
“Y cómo sabían hacer el fuego se preparaban un almuerzo soñadito con carnita de monte o con un guapote frito. También bailaban, jugaban, reían y contaban cuentos. Eran felices y eran parejos. Porque eran parejos eran felices. Mujeres, hombres, niños y viejitos: todos parejos.”
Pero esto no sería una historia de la humanidad, sean nicaragüenses, mexicanos, españoles, portugueses o chinos, sin que aparezca el desastre. Fue tal el alboroto que montó Chepe Nepej que afectó a los volcanes, cuyas tripas se revolvieron y vomitaron lo que todo volcán vomita:
“Y cuentan más: que a los tres volcanes de Managua, el Asososca, el Nejapa y el Tiscapa se les removieron las tripas como que tuvieran currutaca y cocinaron ligero una lava calientísima que llevaba piedras, cenizas, fuego y toda chochada y burumburuún, estallaron”
¡Qué forma más tierna y divertida de describir una erupción volcánica! Y no sólo. También, de explicar el origen de las huellas de Acahualinca, en Managua, fechadas en el Holoceno, unas huellas fósiles de los pobladores y animales de esa zona solidificadas hace miles de años.
En el relato aparecerá el maiz, y las fiestas que celebran cada cosecha. Y la rueda del calendario sigue corriendo y de nuevo el amor hace acto de presencia en el cuento. Amor entre Mingoxico y Chilochitl, un romance en el que “tuvieron flores y tuvieron vainas”, pero también un pequeño que nació en el 6-Jaguar y que “sacó los ojos color de cacao de su mamá y el pelo liso de su papá”. El libro concluye con la llegada de unos hombres de casco y coraza, los españoles, que sólo perseguían el oro y tener un paso rápido hacia el océano Pacífico.
Magnífico libro, maravillosas ilustraciones (os dejamos algunas para que las disfrutéis). La autora del texto, María López Vigil recibió el Cervantes Chico Iberoamericano en 2019 en su primera edición. El premio se le concedió a toda su trayectoria en la literatura infantil y juvenil, considerándola autora pionera en Nicaragua de este género. Las preciosas ilustraciones son de su hermano Nivio López Vigil, reconocido ilustrador con más de cien títulos en su haber, entre los que destacan clásicos como Hansel y Gretel, El Quijote o los cuentos de Edgard Allan Poe.
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