Imagen: Nicolas Delsol, Florida Museum of Natural History
¿Es posible que estos ponis desciendan de los caballos que nadaron hasta la orilla tras el hundimiento de un galeón español frente a la costa de Virginia en algún momento de 1750? Pues al parecer un estudio así lo demuestra, y ya no son solo leyendas locales.
El ADN conservado en un diente de caballo (no se descubrió en un basurero, sino en las inmediaciones del lugar donde estuvo la iglesia de Puerto Real, a casi 2000 kilómetros de distancia en el Caribe ) ha servido, tras congelarlo y pulverizarlo, para su secuenciación. En un estudio publicado en la revista PLOS One, los investigadores de este estudio afirman que el diente pertenecía a un primo de los ponis que vagan por las islas de Virginia y Maryland, y aunque en principio no contaban con un éxito asegurado ya que el ADN antiguo suele degradarse en condiciones húmedas, el diente de caballo arrojó una cantidad notable de información genética. Hay que tener en cuenta que los exploradores europeos empezaron (a finales del siglo XV), reintrodujeron involuntariamente los caballos domésticos. Una vez que llegaron a tierra firme, los caballos se extendieron rápidamente por todo el continente, donde sus antepasados habían corrido en libertad.
Nicolas Delsol ( Florida Museum of Natural History) uno de los investigadores de este estudio cree que este fragmento de diente hallado sugiere que los colonos españoles navegaban más al norte, en la región del Atlántico medio, cuando su barco se hundió. Y esta información puede ayudar a resolver más de una incógnita.
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