Imagen:DR.JOS@OLIVER
El arte rupestre existente a lo largo del curso del Orinoco (río que discurre principalmente por Venezuela, y una parte por Colombia) se caracteriza por las enormes dimensiones de sus figuras, llegando algunas de ellas, como las serpientes,a los 40 metros de longitud.
Imagen: investigadores en uno de los sitios de los grabados rupestres. DR JOSÉ OLIVER
Recientemente veía la luz en la revista Antiquity (Cambridge University Press), un artículo sobre la investigación llevada a cabo por un equipo del que forma parte Natalia Lozada Mendieta, antropóloga colombiana especializada en historia del arte. El artículo pone en valor la tradición sudamericana de arte rupestre monumental y la vinculan con el conocimiento arqueológico y etnográfico existente del río Orinoco en su contexto regional.
El 9 de junio pasado El País publicaba un artículo en el que se hacía eco de esta investigación así como de la entrevista por videollamada que la profesora Lozada concedió. En la misma, cuenta que fue la presencia de ciempiés y serpientes en los grabados lo que llamó poderosamente la atención de los arqueólogos. Así explicaba el motivo:
“Son animales que no se comen, que parecen ser depredadores y son amenazantes para la supervivencia del ser humano en esta región”
La investigación les llevó a analizar el significado de las serpientes en los grupos que actualmente habitan la zona, en especial los piaroa, un pueblo indígena que vive en el noroeste del Estado Amazonas (Venezuela). Tras el análisis, la hipótesis es la siguiente: hace miles de años, en un área multiétnica donde coincidían hasta siete grupos que hablaban lenguas distintas, los grabados de boas o anacondas funcionaban como un marcador territorial, una especie de frontera que expresaba identidad y delimitaba las tierras.
"La serpiente forma parte de sus mitos fundacionales y se utiliza también para demarcar el territorio, marcar fronteras”. “Pensamos que puede ser que precisamente se use como un aviso gigantesco, una alerta que utilizaron de alguna manera para delimitar fronteras culturales en la región”
Y es que los abrigos rocosos con depósitos arqueológicos han aportado evidencias de la existencia de ocupación humana, asociada a arte rupestre, que data del Holoceno. Los grupos de cazadores-recolectores dejaron rastros de su presencia a través de los grabados en la roca y de las cerámicas halladas en puntos dispersos de la zona. Zona que se extiende, desde el primer hallazgo que se hizo en Venezuela y del que pensaron se trataba del único, por toda la cuenca del Orinoco.
“Lo que encontramos es que no solo era un punto, sino que el río en sí mismo es esta gran autopista con varios puntos de encuentro y lugares de arte monumental”
Comments