Imagen: Mujer. Alicante. Fiesta de Moros y Cristianos (Pixabay antoniollerena)
Según los historiadores, el año 711 entraron en la Península Ibérica los primeros árabes procedentes del norte de África. Apenas encontraron resistencia en el decadente reino visigodo. Enseguida dominaron el territorio hasta los Pirineos, y hubieran ido más allá sin los francos de Carlos Martel que los detuvieron en Poitiers. Esos árabes y sus descendientes, y nuevas tribus llegadas del Magreb, se asentaron en la Hispania de los romanos y permanecieron ahí casi ocho siglos. Pero ya en el siglo VIII surgieron focos de resistencia en el norte que combatieron con desigual fortuna hasta la expulsión definitiva del islam en 1492. Tantos años de convivencia dejaron profunda huella, en la lengua, en el arte, en las ciencias y las costumbres más cotidianas. Todo este acervo cultural se trasladó a América más tarde.
A pesar de que pudiera parecer que las fiestas tienen lugar sólo en primavera, lo cierto es que en algunas localidades del Levante español la festividad puede llegar a celebrarse hasta en el mes de diciembre, como es el caso de Monforte (Alicante). Las fiestas de Moros y Cristianos constituyen una tradición de mucho color y vistosidad en las que participan los pobladores con atuendos de época y gran derroche de pólvora. Estas fiestas recuerdan aquellos tiempos de luchas y pactos, de relación estrecha e intercambio de ideas y conocimientos, es decir, subrayan el rico acervo cultural procedente de la fusión de dos visiones del mundo que no estaban, en definitiva, tan lejos la una de la otra.
Estos son unos festejos cuya tradición cultural compartimos con América Latina. Un ejemplo es la denominada Historia de moros y cristianos o Historiantes, una danza típica de El Salvador que las tropas españolas dejaron durante la etapa de colonización. En ella se puede apreciar tanto el aspecto religioso como el bélico. En los papeles generalmente encontramos hombres que representan al alférez, el capitán de un batallón e incluso los mismos reyes. Entre los vestidos que utilizan hay máscaras de hombres rubios con barba vestidos con trajes sencillos de guerreros cruzados para los cristianos. Los moros, en cambio, llevan trajes más elaborados con plumas, cascos de figuras zoomorfas y colores brillantes. Ambos grupos llevan machetes o espadas y son acompañados por música de pitos y tambores.
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