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En un cementerio cercano a la ciudad de Lima un grupo de arqueólogos peruanos ha descubierto la tumba de un personaje de élite de la cultura Chancay (1.200/1.450) que se estableció entre los valles de Chancay y Chillón durante el Período Intermedio Tardío en la costa central de Perú.
La tumba se encuentra en el cementerio de Macatón, un extenso recinto funerario en el margen derecho del valle bajo del río Chancay (provincia de Huaral). La fosa de seis metros de profundidad y siete de largo contiene los restos de un personaje en un gran fardo, al que acompañan cinco individuos más, probablemente familiares y sirvientes sacrificados como lo fueron las cuatro llamas cuyos restos también aparecen en la tumba. Además de estos cuerpos se han hallado los restos de 25 vasijas de cerámica que contenían sobre todo comida pero también otro tipo de ofrendas que pudieran servirle al muerto en su otra vida.
Pieter Van Dalen Luna, director del proyecto (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) ha declarado que por “las características de la tumba, las dimensiones y la inversión laboral en su construcción, se trataría de un personaje de élite de la cultura Chancay”.
Lo que ha captado la curiosidad de los arqueólogos es la presencia de un remo de madera, un objeto nuevo que no se había encontrado hasta el momento entre las otras ochenta tumbas que ya han excavado. A falta de resultados de los análisis para determinar el sexo, la edad o posibles enfermedades de los cuerpos, los investigadores especulan con la posibilidad de que se trate de una persona dedicada a la actividad marina, pesca o recolección de mariscos. La tumba está apenas a 50 metros de distancia de un bloque de casas por lo que los arqueólogos están seguros de que bajo estas hay más tumbas. El cementerio está invadido de asentamientos humanos pero precisamente por ello representa un buen método de salvaguardarlo de los huaqueros.
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Poco se sabe de la sociedad de la cultura Chancay, pero los estudios indican que los grupos habían alcanzado una forma centralizada en la estructura política, y se cree que pudiera representar un estado regional pequeño que posteriormente fue conquistado por el imperio Chimú. Su economía estaba basada en la agricultura, la pesca y el comercio. En la agricultura construyeron reservorios de agua y canales de regadío, y su situación privilegiada frente del mar les facilitó la dedicación a la pesca artesanal para la que utilizaban los “caballitos de totora” (embarcación construida con tallos y hojas de totora).
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Además de la cerámica, como las que se han hallado en la tumba (fotografía) los textiles con encajes bordados y los tapices fueron de gran calidad. Los textiles fueron elaborados con algodón, lana, gasa y plumas. Se sabe que sobresalieron en el brocado. Entre los motivos de sus decoraciones están peces, aves y también dibujos de forma geométrica.
Pero si hay algo que caracteriza al arte de esta cultura son los denominados cuchimilcos. Unas estatuillas hechas de barro y decoradas con pigmentos que muestran una figura humana de piernas más largas que los brazos que son muy cortos y están extendidos como si quisieran dar un abrazo. Pueden estar desnudos, semidesnudos, o vestidos aunque siempre mostrando los genitales para distinguir su condición sexual. Prácticamente todos los ejemplares que se han encontrado en las tumbas son figuras femeninas. Algunos pueden llevar una especie de gorros o tocados en los que se aprecian unos orificios para colocar plumas. Según el arqueólogo peruano Walter Tosso, el cuchimilco representaría a un dios.
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