El edificio que alberga el Archivo General de Indias en realidad fue concebido por Juan de Herrera como Lonja de Mercaderes durante el reinado de Felipe II, y se concluyó en 1646. Pero fue ya en tiempos de Carlos III (1785) que se adaptó a Archivo General de Indias con el objetivo de centralizar toda la documentación generada en la administración de los territorios de ultramar que estaba dispersa en diversos archivos como Simancas, Cádiz o la misma ciudad de Sevilla dónde se encuentra.
El archivo conserva unos 43000 legajos que suponen unas 80 millones de páginas, además de 8000 mapas y dibujos. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. Un dato curioso: conserva el ejemplar del Almanaque perpetuo de Abraham Zacuto* que consultó, y donde realizó anotaciones, Cristóbal Colón. Dicho almanaque permite el cálculo de latitudes, algo de suma importancia en el viaje que llevaría al descubrimiento del Nuevo Mundo. A esto se suman los manuscritos de Pizarro, Cristóbal Colón o Hernán Cortés, mapas utilizados en la ruta de las Indias o diarios de a abordo y cartas, contratos, listas de carga, o registros de navíos.
Desde los años setenta del pasado siglo la conservación de los documentos pertenecientes al Archivo de Indias se realizaba con el fin de restaurar su belleza y devolverles el aspecto original. Sin embargo, la lentitud del proceso y el ingente volumen de documentos que había que tratar hizo que las técnicas empleadas cambiaran y se diera mayor prioridad a la conservación que a la restauración: al final la practicidad se impuso.
En este interesante artículo que pertenece al No. 110 de la revista PH del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico se aborda este tema.
*Abraham Zacuto fue un astrónomo, matemático e historiador judeoespañol y uno de los científicos más influyentes del siglo XV.
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